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Actualidad

Y que se muera septiembre a tu lado (0-0)

El Burgos CF merece más ante el Real Oviedo en un duelo plagado de polémica y alternativas

En el baúl de la riqueza siempre hay hueco para un par de monedas más. Eso debió pensar Calero, al mirar su propio joyero y comprobar que, efectivamente, el catálogo de piedras del que dispone es más completo, más brillante, más bonito. El Burgos ya era una maravilla de equipo capaz de defender de manera ordenada, de rentabilizar al máximo sus ataques y de firmar un arranque sensacional. Ahora, manteniendo todo eso, ha incrementado recursos, capacidades y alternativas.

Y lo demostró el técnico al pintar el once, variando en hasta cuatro jugadores respecto al duelo de hace una semana contra el FC Cartagena. Areso y Fran García ocuparon el lateral mientras que los recién llegados Curro Sánchez y Mourad disfrutaron de su primera titularidad.

El Burgos empezó atacando justo en la portería en la que se situaban los más de 1000 aficionados carbayones llegados desde la capital del Principado de Asturias. Al calor de la tarde y de esa grada se le sofocó rápido con el tremendo empuje de la hinchada local y con algo de ese abanico ofensivo del conjunto blanquinegro, que salió en tromba desde el primer minuto.

Mourad era un ancla gigante en la punta del ataque. Sobre él, sus compañeros ponían a descansar cada jugada. Por él, pasaban muchas de las conexiones en basculación ofensiva. Y con él, finalizaban muchos de los ataques. Así llegaría la primera y más clara oportunidad de los burgaleses en la primera parte. A los nueve minutos, Areso trazó un centro muy lejano que viajó por el cielo de costado a costado. La pelota la mató con la cabeza Bermejo, dejándosela en bandeja al ariete hispano-marroquí, que enganchó una volea durísima a la que reaccionó con una gran mano el meta Tomeu Nadal.

En el 17, Valcarce planeó una jugada por banda zurda, recortó hacia fuera y la puso al segundo palo para la llegada, otra vez, de Mourad. El hispano-marroquí se relamía para el gol con la caña preparada pero Dani Calvo envió el esférico a córner.

El Real Oviedo estaba nervioso e impreciso en la salida de pelota, inquieto por la incesante presión burgalesista. Las pelotas paradas llevaban siempre el sello de Curro Sánchez, que intentó sorprender con algún que otro lanzamiento lejano. Rodri Tarín vería la amarilla por cortar el avance de Mourad en un balón largo.

A partir del 25, el Oviedo despertó. Borja Sánchez se topó con un cuero perdido en un contragolpe pero Córdoba acudió expeditivo al suelo para cortar la oportunidad visitante.

La parada para el refresquito a la media hora de juego frenó considerablemente las revoluciones del partido. Pasó poco en las áreas hasta el 45. Al filo del descanso, de nuevo Borja Sánchez, probablemente el futbolista de más talento del bloque dirigido por Jon Pérez Bolo, ejecutó un recorte sobre Atienza y disparó sobre la escuadra más lejana. El vuelo de Caro evitó el tanto.

A la salida del córner, en la jugada posterior, la bola le cayó a Koba Lein, que inventó una folha-seca inesperada para todos, incluso para Caro. La pelota se estrelló en el poste y rebotó en el guardameta en una carambola que estuvo cerca de convertirse en gol.

A la vuelta de las duchas, González Esteban le anuló un gol a Curro Sánchez por una supuesta falta previa de Mourad. El propio Curro Sánchez lo intentaría después con otro golpeo de libre directo.

A los 62 minutos, Borja Bastón elevaría el susto en un balón travieso en área blanquinegra. Aunque para susto, el que se llevaría el Real Oviedo tan solo dos minutos después. Córdoba cabeceó al larguero y Curro volvió a cabecear en el rechace, encontrándose de nuevo con el travesaño tras el bloque casi involuntario de Tomeu Nadal.

Calero introdujo un triple cambio. Artola, Mumo y Borja González sustituyeron a Mourad, Pablo Valcarce y Areso. Restaban 20 minutos y El Plantío quería más. Al poco de entrar, Borja la reventó de empeine desde la frontal y el esférico en la trayectoria a punto de sorprender a Tomeu Nadal.

El espectáculo estaba también en la grada blanquinegra, un día más ejemplar, demostrando que no necesita goles para vibrar y alentar a su equipo.

Saúl Berjón y Gaspar Campos, ambos asturianos, de orígenes comunes pero distintos, ingresaron al terreno de juego a diez minutos para el final. Los dos tenían una motivación especial para comerse el verde, los dos por razones obvias. Suyas serían las dos últimas ocasiones.

El árbitro añadió cinco minutos. Berjón, con la pausa y la verticalidad habitual, empaló una pelota muerta que tenía como destino el gol y Campos, en una de las últimas acciones, percutió con un centro-chut que cortó con la mano de Lucas Ahijado. El colegiado no la vio y Vicandi Garrido, desde el VAR, tampoco interpretó nada. El Burgos, que mereció más, murió en área rival. Después del Leganés, septiembre también morirá en El Plantío. Con el sueño, para el cuadro burgalés, de que no pare la racha y de que los irreductibles blanquinegros sigan a su lado.