Adiós (0-1)

En una sociedad y en un mundo que, como el del fútbol, camina a veces sobre el alambre de la sospecha y la oscuridad, conviene ser tan fuerte como un golpeo seco de balón. Mantener la cabeza erguida, orgullosa. Si puedes, si crees que te lo has ganado. Pararse, de vez en cuando, y recordarse que nadie te ha regalado nada. 

La alegría y la ilusión que ha generado este año el Burgos CF, mérito de un grupo de futbolistas y un cuerpo técnico que hizo soñar a toda una ciudad, sobrevoló este sábado El Plantío en el duelo –último del curso– que el conjunto blanquinegro disputaba frente al CD Lugo. El Burgos se ha ganado el respeto y el reconocimiento de su afición. Y por eso, el equipo pudo mantener la cabeza alta hasta el final, con un emocionante homenaje a su entrenador, Julián Calero, y un cántico que ya es parte de la historia de este club.

También emocionante fue el empuje de fuerza que los futbolistas quisieron mandarle a Manolo Salvador, trabajador incansable a la vereda del Arlanzón.

En lo futbolístico, que aunque nunca es lo de menos pasaba a un segundo plano, el partido empezó con susto. Y vaya susto. A los 10 minutos, Córdoba derribaba a Sebas Moyano y el colegiado señalaba el punto de penalti. En el lanzamiento, como si la epopeya tuviese que escribirse así, con todos sus héroes, José Antonio Caro atajaba felino la pena máxima.

La enésima proeza del guardameta onubense levantó al bloque de Calero, que apretó y estuvo a punto de adelantarse en un voleón de Gaspar y en otra oportunidad que Navarro le sirvió a Curro en bandeja. Bermejo también lo probó, muy forzado.

Pero quien se adelantó fue el Lugo. Al filo del descanso, Sebas Moyano le ganaba la partida a Caro en el mano a mano. 0-1.

A la vuelta de las duchas solo había una premisa, darle la vuelta al pastel. El Lugo gozó de alguna oportunidad pero el Burgos no se rindió. Valcarce tuvo el empate en una bola franca y en el 71, Curro Sánchez se inventó un slalom mágico y estrelló la pelota en el poste. El Plantío cantó el gol.

Calero había movido la banqueta. Además de Valcarce, habían entrado Mourad y Grego Sierra. Artola y Juan Hernández, última declaración ofensiva, lo hicieron cuando restaban 10 minutos para el final.

El cuadro local lo intentó hasta el final, con Churripi subiendo a rematar incuso el último córner a un cabezazo de casi gol de Artola, pero el marcador no se movió. El adiós emocionante y definitivo para una temporada que, por innumerables motivos, casi todos bonitos, tardaremos mucho tiempo en olvidar.