Último vuelo, derrota cruel (2-1)

Una isla maravillosa, una goleada amarga en la retina y un deseo: volar alto, por última vez. Demostrar que este equipo no se deja ir y que va a pelear por optimizar su rendimiento hasta las últimas consecuencias.

En el Heliodoro Rodríguez López, gobierno de pasión de la tierra chicharrera, el Burgos optaba este sábado a premiar una temporada que, en muchos momentos, escapó a los sueños y a la realidad. Era el último partido fuera de casa. Era el último mordisco visitante para un sabor de boca dulce, recompensa al paso adelante que dio hace ya un tiempo este grupo de jugadores lejos de El Plantío.

La primera mitad danzó en el alambre del control. Enric Gallego, pesadilla de nefasto recuerdo, capitalizaba las ocasiones del Tete, bien sujetado por un Burgos que vestía, elegante, de negro.

Los más de 150 blanquinegros presentes en las gradas del Heliodoro parecieron insuflar de aire al Burgos, que con el paso de los minutos fue ganando peso en el partido. Areso cerrando una cabalgada y Elgezabal, de cabeza, pudieron adelantar al equipo burgalés.

Se lo creían los Hijos del Frío, dispuestos a robar definitivamente todos los botines que tejen los dos primeros párrafos de esta crónica. Y tanto se lo creyeron, que acabaron marcando. En el 40, un revitalizado Gaspar Campos recibió dentro del área y fusiló, de zurda –su pierna menos buena– la escuadra de Juan Soriano. 0-1. Éxtasis en la tribuna visitante.

A la vuelta de las duchas, el plan del Burgos se mantuvo. Orden defensivo y verticalidad al contragolpe. Mumo entró por Bermejo para ganar pelota en la zona ancha. El autor del gol, el guaje Gaspar Campos también dejó su sitio a Juan Hernández.

La única vía en la que, visto lo visto, el Tenerife podía hacerle daño al Burgos era el balón parado. Y así llegó el tanto del empate. Mo Dauda, que acababa de ingresar al verde, se aprovechaba de un rebote para marcar ante Caro. La jugada fue revisada por el VAR, pero el tanto acabó subiendo al marcador.

En busca del triunfo arrebatado, Calero metió a Mou y Artola en doble cambio para apurar oportunidades. El Burgos trató hasta el final de llevarse el tesoro de la isla en el último vuelo. Y pudo saquearlo en una bola franca frente a la meta a la que Juan Hernández no llegó por centímetros. Pero Waldo marcó para el Tenerife en el último suspiro de los cuatro minutos que añadió Gorostegui Fernández. Justo antes, Caro había salvado en su enésima heroicidad el tanto local, con la cara. Derrota cruel. Honor para el cuadro blanquinegro, que despedirá el curso en casa, el próximo sábado, a partir de las 16:15 horas tras la modificación de LaLiga, frente al CD Lugo.