Prensa Burgos CF / El Alcoraz (Huesca)
La Magia de Huesca nació hace unos años de una ilusión. El concepto mutó pronto en aventura para situar en el mapa los infinitos encantos de una provincia que permanecía olvidada, que merecía lucir para sobrevivir.
El brillo de esa magia deslumbra potente en El Alcoraz, uno de los corazones que han exportado el latido oscense y su idiosincrasia que no rebla, a través del fútbol, a los confines del mundo.
La varita de la ilusión era también este domingo, bajo un sol igual de deslumbrante, el Burgos CF. Lo demostró, decidido, en el primer acto. Y lo hizo, además, teniendo en cuenta que el rival al que se enfrentaba fue capaz de acumular una espectacular racha de 15 partidos consecutivos sin perder cuando jugaba de local.

En el día en el que el capitán Elgezabal cumplía 100 partidos con la camiseta blanquinegra –tremenda cifra–, el once planteado por Calero tampoco rebló y cabalgó valiente por el tapete oscense. La presencia de Mumo, Valcarce y Castel resultó una combinación absoluta e incisiva. El Huesca cerraba en retaguardia el interior, dejando a Atienza, Mumo y Curro organizar el juego cómodamente por fuera. Tanto que el equipo blanquinegro registró hasta cinco oportunidades claras, muy claras, para adelantarse en el marcador.
El meta Andrés Fernández se erigió en salvador. Le sacó dos pelotas de gol, sobre la línea, a Castel y a Valcarce. Especialmente clara fue la del berciano, en un recurso de semichilena tras un córner sacado por los visitantes en el 24. Antes, tanto Castel como Valcarce habían rondado en otras dos buenas opciones la meta azulgrana. Y Mumo, que había convertido la semana pasada frente al Racing, un misil desde la frontal, tendría otro, si acaso más franco que salió rozando el poste por un folio. El centenar de burgalesistas desplazados a Huesca en plena Semana Santa no dejaban de alentar, orgullosos de lo que estaban haciendo sus jugadores.
En el 30, el VAR anularía un tanto de Juan Carlos por fuera de juego de Obeng en la jugada previa. El Huesca se estiró ligeramente.
José Antonio Caro, que había salvado un tanto en el 11, no pudo hacer nada cuando, al filo del descanso, en el primer minuto de los cuatro que añadió el colegiado, una pelota perdida le cayó con toda la suerte del mundo a Obeng. El delantero ghanés cedió para la llegada de Juan Carlos, que no perdonó y batió por bajo al guardameta onubense.

El 1-0 suponía ya un castigo excesivo, pero es que el propio Juan Carlos marcaba un minuto después el segundo. 2-0. Y a vestuarios. Con permuta doble de lado visitante. Bermejo y Mourad entraban por Atienza y Valcarce.
En la reanudación, Elgezabal cortaba un peligroso avance de Obeng y veía la primera amarilla del partido. Al saque de la falta, Churripi se ponía la capa y salvaba el tercero con una intervención magistral a remate de Carrillo. Mumo vio otra tarjeta en el 56.
El equipo de Cuco Ziganda decidió guardar el resultado y el Burgos empezó a dominar la pelota en fase ofensiva. Alargaba jugadas, buscaba espacios. Y apareció uno. En el 64, Curro Sánchez recortó en el área y fue derribado. Penalti. Pero la tarde estaba tan que no, que Bermejo lo tiró fuera.

El Huesca siguió ejecutando a la perfección el manual que arrastraba desde el inicio. Contragolpe y balón parado. Churripi volvío a salvar otro cabezazo de Obeng. Raúl Navarro y Juan Hernández entraron al campo. También Artola. Calero metía toda la pólvora que tenía en el verde. Cordero Vega añadió 6 minutos. Y en el segundo del tiempo extra, Goldar remató de cabeza impactando la bola en el brazo de un defensor. Penalti. Esta vez, Curro Sánchez no falló. 2-1. Restaban dos minutos para intentarlo todo.

Pero el Huesca supo sujetar mejor el triunfo, y encofró el marcador. El Burgos lo intentó e hizo méritos, aunque decidió el acierto. Toca seguir remando.





































