Prensa Burgos CF / Can Misses, Ibiza
Aunque Can Misses, en el pico de la pirámide de la isla de Ibiza, había amanecido nublado, llegó el Burgos y salió el sol.
El once de novedades obligadas que planteó Calero, con Juan Hernández en la zurda y Sergio Castel en punta de ataque, mutó desde el inicio en un once letal, voraz, veloz. Tanto que el equipo blanquinegro no solo mereció irse ganando al entretiempo, sino que telegrafió varias oportunidades de peligro que pudieron dibujar un resultado bastante amplio. Fue, en definitiva, una gran primera parte.
Derribados los compases iniciales, Castel pudo adelantar al Burgos a los doce minutos. Un gran servicio de Juan Hernández por la izquierda dejó el tanto en bandeja de plata para el madrileño, pero el remate de testa, a bocajarro, picado abajo, lo sacó con la canillera el meta Fuzato.
Fue solo el primer aviso. Llegarían otros dos antes del intermedio. De nuevo Castel, en un córner, y de nuevo con la cabeza, rozó el gol para el conjunto visitante. Curiosamente, el otro protagonista tendría la tercera y no por ello menos clara oportunidad de la soleada tarde ibicenca. El lorquino Juan Hernández recogió un pase entre líneas de Curro Sánchez –gran primera parte en la generación de juego del onubense– y se plantó solo frente a Fuzato. El arquero italo-brasileño evitaría nuevamente el tanto con otra gran parada.
Fue justo ahí cuando un rugido se escuchó desde uno de los rincones de Can Misses: los 106 irreductibles blanquinegros desplazados hasta Ibiza estaban orgullosos de sus jugadores.
La primera mitad dejó también cuatro tarjetas, dos para cada equipo. El navarro Galech Apezteguía elevó el listón y amonestó a Atienza y Goldar por parte del Burgos, ambos por dos jugadas en las que llegaron apurados a tocar balón, y a Grillo y Javi Serrano por la UD Ibiza.
El pitido de descanso alguna permutas. En el Burgos, Córdoba dejaba su sitio a Zabaco en el centro de la zaga.
La segunda parte llevó el mismo guion. El conjunto burgalesista no dejó de merodear el área celeste. Matos y Areso, con varios servicios al punto de penalti, tensaron la cuerda. Elgezabal también veía la amarilla.
Sin embargo, en el alambre de la injusticia de un deporte como el fútbol, Morante empaló la mejor volea de su carrera deportiva y destrozó la escuadra de José Antonio Caro. Era el 70. 1-0. Ver para creer.
El Burgos, que no podía ni quería saber cómo iba perdiendo el partido, lo siguió intentando. Juan Hernández lo probó desde la frontal. Después, Calero metió a Artola y Valcarce. Solo se jugó a las intentonas blanquinegras. Goldar tuvo el empate en un cabezazo en plancha. Y Areso puso unos cuantos envíos más que no encontraron rematador.
Borja sustituía más tarde al lateral se Cascantr. También entró Raúl Navarro. Piernas frescas. Valcarce lo intentó a la media vuelta al filo del descuento tras un control excelso, pero la pelota se acostó, otra vez, en las manos de Fuzato. En la útima jugada del partido, Kaxe hacía el 2-0 a la contra, con el Burgos volcado.
Había salido el sol. Los rayos iluminaban el inicio. Pero un día más, volvió a esconderse.