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Primer equipo

Míchel Zabaco: “Ahora, los niños son del Burgos”

El zaguero y capitán blanquinegro, único burgalés de la primera plantilla del Burgos CF, habla de burgalesismo y reflexiona, en una entrevista exclusiva, sobre el pasado, presente y futuro del club

Prensa Burgos CF

Aún llevando a cuestas toda una vida de burgalesismo, hay quien no había disfrutado todavía de un equipo ganador. El aficionado fiel –“los 2000 de siempre”, solía murmurar la vetusta grada de El Plantío– estaba más acostumbrado al barro o la derrota que al brillo que mana de los focos del fútbol profesional.

Rebuscando bajo las sábanas de nuestro pasado, entre esos blanquinegros de cuna orgullosos pese al sentimiento frustrado, encontramos a Míchel Zabaco Tomé (Burgos, 6 de febrero de 1989) pellizcándose, apretándose el brazalete entre las cuatro paredes de un vestuario que es su casa, repasando después, sin vértigo, la clasificación de LaLiga SmartBank y comprobando orgulloso que, efectivamente, aquella camiseta que tantas veces vio deshilacharse y que ahora viste, aquel Burgos de las penurias, ocupa puestos de playoff de ascenso a Primera División.

En esta entrevista no descubrimos al futbolista porque ya lo descubrió el Atlético de Madrid hace 15 años. Destapamos al aficionado disfrazado de capitán. Escuchamos el latido orgulloso, feliz y reflexivo de un “privilegiado”, tal y como él mismo reconoce sentirse cada vez que salta al campo para defender el escudo que habita en lo más profundo de su corazón.

¿Qué recuerdos hay en la retina de aquel Míchel niño, seguramente burgalesista, que acabó fichando por el Atleti?

Demasiados. Aunque el mejor lo tengo de un día de Reyes. El Burgos recibía en El Plantío, precisamente, al Atlético de Madrid. Yo tenía 12 años y jugaba, todavía, en la cantera del Burgos. Nos daban un carnet para la antigua grada de Lateral. Siempre veíamos el fútbol ahí. Recuerdo que vinimos a ver aquel partido con el equipo en Segunda y nos pareció una locura. En el Atleti estaban Fernando Torres, Movilla, Aguilera o el Mono Burgos. Luis Aragonés era el entrenador.

Cuando ese Míchel decía en el colegio que era del Burgos, ¿cuál era la reacción de sus compañeros?

(Ríe). Digamos que el Burgos nunca ha sido la preferencia de ningún niño, ni lo más comentado en los colegios. Afortunadamente, la película ha cambiado. Yo tengo un hijo que ya tiene una edad con cierto uso de razón y le escuchas hablar con sus amigos, comentan… Incluso, vas a dejarle o a recogerle al colegio y te conoce todo el mundo. El Burgos está de moda.

¿Podría decirse que ahora, por fin, los niños son del Burgos?

Sin duda. Ahora los niños quieren la camiseta de Churripi o la de Mumo. En Navidad, para Reyes, piden cualquier cosa del Burgos. Cuando yo era un chaval, eso no pasaba. Para nosotros es un orgullo tremendo haber conseguido esto porque ellos son el futuro del burgalesismo.

¿Y cómo está el Míchel de ahora?

Llevo aquí dos años y medio, largos. A nivel colectivo, ha sido un camino rodado.  Casi perfecto. A nivel personal, estoy contento con mi rendimiento. Trato de aprovechar los minutos que me tocan. Obviamente me gustaría jugar más, pero eso nos pasa a todos los futbolistas. Mi obligación es estar preparado y seguir trabajando todos los días para estar listo siempre que el míster me necesite. Afronto cada semana como si fuese a ser titular.

¿Cómo es ser burgalés y jugar en el Burgos?

Muy especial. El primer año que vine a jugar aquí, sobre todo, fue el que más me llamó la atención. Llevaba desde los 18 años fuera de casa. Estaba acostumbrado a venir a Burgos solo en vacaciones o fechas muy señaladas. Me chocó muchísimo. Ahora ya me he acostumbrado un poco más a esta sensación. Veo a la familia casi a diario, a toda la gente que quiero. Muchas personas, a veces, no se paran a pensar que el futbolista está siempre o casi siempre fuera de casa, alejado de los suyos. En muchas fechas importantes no puedes estar donde quieres estar. Es así, es nuestra profesión. No es la única en la que pasa esto. Ha pasado el tiempo y, por suerte, la estoy disfrutando en casa.

¿Se puede ser profeta en la tierra de uno?

No lo sé. Yo me siento muy querido. La gente me ha mostrado siempre un aprecio y un cariño que no tengo palabras para describirlo. Desde el primer momento, hasta hoy que estamos haciendo esta entrevista, me he sentido súper querido. Estoy muy agradecido. Trato de compensarles con mi esfuerzo diario y cada vez que salgo al campo, darlo todo.

Eres, quizá, la continuación de esos Lucio, Andrés… que portaron el brazalete y lideraron con savia burgalesa el vestuario del Burgos. Para que haya más Lucios, más Andreses, más Zabacos… ¿Qué hace falta?

Trabajar bien la cantera desde que los niños son pequeños. Y luego están las infraestructuras. Antes no teníamos los campos que hay ahora, entrenábamos en arena. Los fines de semana íbamos a jugar a la Corrala, con moqueta, y nos parecía el Bernabéu. Pero seguro que si a los chavales de hoy les das esa Corrala que a nosotros nos parecía una pasada, te dirían: “¿Qué es esto?”. Por ahí, es un paso. El de las infraestructuras. Tener buenos medios. Y formar entrenadores.

Y confiar, ¿no? En los jóvenes, digo…

Y confiar. Ahora hay un filial en Segunda RFEF. Eso es muy importante para que el salto desde juveniles hasta Segunda División no sea tan grande. La mayoría de los jugadores, salvo estrellas contadas, pasan por categorías bajas para llegar a Primera División. Mantener un filial activo, con el que se cuente de verdad como se está haciendo ahora y en el que se pueda mirar de vez en cuando es importantísimo. Así, los chavales ven ese salto un poquito más a su alcance.

Volvamos al presente, al Zabaco y al Burgos de hoy. Tú que has visto tantas veces a este equipo sufrir, pasarlas canutas, peregrinar por el desierto… ¿Realmente te crees todo lo que estáis consiguiendo? Quizá, piensas... ‘¿Pero cómo puede ser éste el mismo Burgos que aquel que vivía ahogado en lágrimas?’ Y encima jugando, viviéndolo desde dentro como burgalés y aficionado. ¿No os asusta?

A ver, ves El Plantío lleno todas las semanas, a rebosar, y flipas. Es increíble. Pero simplemente estamos disfrutando del camino. Nuestro objetivo es llegar a los 50 puntos porque sabemos que esa meta le otorga al club unos cimientos y cierta sostenibilidad. Después, veremos dónde estamos, cuántas jornadas quedan y si hay que mirar otras cosas. Muchos se cambiarían ahora mismo por nosotros. Anda que no hay equipos por ahí abajo, con mucho más presupuesto, que están con el agua al cuello. Mismamente, el Málaga, al que hemos visitado este pasado fin de semana. Llegar a 50 puntos no es fácil. De por sí, ya es un pedazo de éxito.

¿Y si le hubieran dicho a ese canterano de 12 años, en aquella mañana de Reyes, que dos décadas después iba a estar sobre el césped, siendo uno de los líderes de ese equipo al que admiraba, se lo hubiese creído?

No. Para mí esos jugadores eran ídolos. Era una cosa de otro mundo. Lo veía lejísimos, como un abismo. Tampoco pensé nunca en ser futbolista, sí o sí. Me explico. No quise hipotecar mi vida solo a eso. He preferido ir poco a poco. Mi familia me ha ayudado a tener los pies en el suelo y a no vender la piel del oso antes de cazarlo. Puedes tropezarte, pegártela y no hay vuelta atrás. Para nosotros, ver a un futbolista del Burgos CF en aquella época era como para cualquier otro niño ver a un jugador del Real Madrid o del FC Barcelona. Ahora se está dando un poco eso, otra vez. Y ojalá siga así. Aunque nosotros nos sentimos personas normales que disfrutan con lo que hacen, porque al fin y al cabo es lo que somos. Tenemos nuestra vida y tenemos la suerte de jugar aquí, pero nada más.

¿Y si no hubieses sido futbolista, qué te habría gustado ser?

Me saqué la carrera de Administración y Dirección de Empresas. Me gustan los números. Con un poco de suerte en el mundo laboral, habría tirado por ahí.

Mirando por el retrovisor, puede verse a un Míchel Zabaco que ha cumplido grandes sueños. Ha llegado a ser futbolista profesional. Ha estado en grandes canteras como, por ejemplo, la del Atlético de Madrid o la UD Almería, compartiendo vestuario con jugadores de primer nivel. Has vivido un ascenso, llegando de la mano con el Burgos al fútbol profesional, como capitán y pieza fundamental. ¿Qué grandes sueños te quedan por cumplir?

Estoy satisfecho con la carrera que he tenido hasta ahora. Podría haber sido mejor, pero también peor. Muchas veces, en este deporte pendes de un hilo y puedes ir para abajo. Solo quiero seguir haciéndolo bien en el Burgos, consolidar el proyecto en el fútbol profesional y, a partir de ahí, verlo crecer.

¿Y un ascenso a Primera con el Burgos?

(Suspira). Eso sería… Brutal.