Para quedarme sin ti (1-3)
El Burgos CF acaricia la victoria pero sucumbe a la pegada del Granada
Prensa Burgos CF
El Paseo de los Tristes, alegre siempre en la voz de Chino, eterno cantante de Supersubmarina, apagó este sábado su magia en El Plantío porque ante el Granada, el que paseó su mística fue el Burgos de Julián Calero.
Resultaría imposible explicar, si no, cómo un futbolista genial como Gaspar Campos es capaz de marcar el mismo golazo con la pierna buena que con la mala: no importa con cuál la pegue, la estirada imposible del portero queda igual de bonita en la foto.
El golazo del guaje a los 6 minutos, y su celebración en éxtasis con el fondo avalancha, demostró que ningún aplauso es eterno para controlar, silenciar o frenar el talento y la ilusión del burgalesismo.
El Burgos dibujó una primera parte intensa, atrevida y protagonista, como si el equipo que estaba al otro lado del cuadrilátero no fuese el Granada: exprimera, plantillón, candidato dispuesto a regresar a LaLiga Santander.
Anulado por un once con Atienza y Mumo en el eje, apoyados por el regreso de Elgezabal, el barquito nazarí no encontró apenas vías de agua en el buque blanquinegro. Ni Weissman, ni José Callejón ni el máximo artillero de la categoría, el albanés Myrto Uzuni, rascaron pelota.
La bola en el escenario era para Bermejo, Curro y Gaspar, con Areso y Matos cincelando los carriles a cada oportunidad que se abría. A Churripi, de negro como Raúl Fernández en homenaje al Txopo Iribar, no se le vio mancharse los guantes.
Se bajó el telón del segundo acto y la obra fue la misma, aunque el Granada fue ganando peso con el paso de los minutos. Elgezabal y Curro Sánchez tuvieron dos buenas oportunidades antes del 60. El Burgos seguía presionando y llegando con peligro. Paco López buscó una reacción y quitó a Weissman y Puertas. Al campo, el obrero del gol Jorge Molina. También entró Raúl Navarro por Mumo, en la medular.
Entre tanto, un lance provocó la expulsión de Nico Bosch, entrenador de porteros y una amarilla para Puertas –sustituido– en el banquillo. Gorostegui Fernández incrementó considerablemente la nómina de tarjetas en la segunda parte, teniendo en cuenta que en la primera no había sacado ni una.
Pero en el campo ya estaba Molina, que aprovechó un hueco para colar la puntera y hacer el empate. 1-1.
Atienza, sobrecargado y Bermejo, dejaron su sitio a Artola y Valcarce. Calero buscaba despertar la ofensiva de su equipo y estuvo cerca de lograrlo: Artola tuvo un mano a mano para el 2-1 que no acertó a cruzar. Los minutos de Pablo Valcarce también fueron buenos. Pero Jorge Molina se había empeñado en ser protagonista. De la nada, en un pase blanquinegro que no salió, se encontró con un balón en el balcón del área y le sirvió en bandeja Uzuni (18 goles ya esta campaña) el 1-2.
El Burgos, que no podía creer cómo iba perdiendo el partido, lo siguió intentando y otra vez Artola, forzando el fallo del central Miki, contorneó el empate con una tocadita, tras envío de Matos, que se marchó rozando el palo.
Fran García y Mourad ingresaron en la recta final. El hispano-marroquí fue expulsado en una acción que tuvo que revisar el VAR y Molina, otra vez Molina, aprovechó la inferioridad para clavar el 1-3 en un contragolpe. El silbato final dio paso a la tensión y al descontento del público local con la labor del colegiado.
Como reza la letra de Supersubmarina en LN Granada, el equipo de Calero remó pero murió, solo ante la pegada nazarí, para quedarse sin puntos. Mirando al Albacete, el playoff sigue a tiro de piedra. Y los 50 están igual de cerca.