El Burgos es de acero (3-0)
El equipo blanquinegro golea al Alavés y entra en la historia del fútbol español
El fútbol es de la gente. Por eso no hay nada más bonito que ver un estadio lleno. En El Plantío, ese templo de sabor añejo y estilo británico que está bonito siempre, las aficiones de Burgos y Alavés pintaron este sábado un cuadro para la eternidad.
Aunque para bonito el gesto de un portero que, a punto de hacer historia, recibe un trofeo con su nombre grabado en una placa y, en vez de posar para la foto, le pide a sus compañeros que posen junto a él. Porque no olvida que, ante todo, son un equipo, una familia, y que ese premio que sostiene en sus manos pesa también gracias a ellos.
José Antonio Caro, Churripi, era, sin duda, uno de los hombres del partido. Y seguramente, el guardameta de La Palma del Condado saltó al verde con una parte de su mente puesta en esos 36 minutos, todos cuantos le hacían falta para superar el récord de Claudio Bravo. Pero no lo pareció, porque ni él ni el Burgos guardaron prendas desde el inicio.
El Burgos empezó vertical, como si el terreno de juego fuese un tobogán por el que deslizarse hacia la portería de Sivera. A los 3 minutos Valcarce reclamó un posible empujón en el área, pero el valenciano Fuentes Molina no apreció nada punible.
Calero había apostado por el berciano de inicio junto a Curro Sánchez, Artola y Gaspar Campos en el ataque. Un poker hasta ahora inédito que trataba de carburar, sin suerte.
El Alavés estaba nervioso porque, como a muchos otros equipos, el Burgos se le estaba atragantando. En el 16, el ariete vallisoletano Miguel de La Fuente veía la tarjeta amarilla por una fea entrada sobre el burgalés Zabaco, que disfrutaba de su primera titularidad. Poco después Salva Sevilla remataba de cabeza, muy flojo, a las manos de Caro.
El conjunto albiazul se llevaría otra tarjeta en el 21, esta vez para Tenaglia, por protestar una decisión del árbitro. El Burgos aprovechaba cada resquicio para jugar abierto con Fran García y Areso, otra de las novedades en el carril diestro. Míchel Zabaco aprovechó uno de esos envíos pero su testarazo se acostó en los guantes de Sivera.
A los 33 minutos, como si fuese una señal, Caro blocó por alto un balón muy complicado y un runrún comenzó a apoderarse de la grada de El Plantío. El público sabía que quedaban tan solo tres minutos para que el nombre del Burgos Club de Fútbol entrase en la historia de LaLiga. Y se lo hizo saber al arquero cuando se cumplió el 36, con una ovación tremenda que no desconcentró ni por un segundo al guardián de los palos blanquinegros. Fue la despedida más dulce a la primera mitad, en un aroma de seguridad que invitaba a pensar que lo mejor estaba por venir.
A los 7 minutos de la reanudación, el Burgos trazó una jugada preciosa en tiralíneas, como muchas otras veces había hecho en el pasado. La presión, alta otra vez desde el inicio dio sus frutos y Areso recuperó la pelota. El de Cascante encontró a Valcarce, que levantó picadita la bola entre la zaga para la llegada, veloz, de Gaspar. El guaje no falló ante la salida del meta babazorro y clavó la bola en las mallas convirtiendo El Plantío en un estallido inmenso gritando gol.
Luis Rioja pudo empatar poco después, pero su cabezazo a un gran pase de Guridi se marchó por encima del larguero.
El gol pareció dormir el partido pero el Burgos quería más. Bermejo entró por Artola y aportó otras opciones en tres cuartos. Matos entró por Fran García y el autor del gol, Gaspar, dejó su sitio a Mumo.
Tenía que aparecer el caballero de Blanes para robar una pelota imposible y conducir, solo, durante 60 metros hasta el área contraria. La carrera, antológica, no pareció minar las capacidades del mediocampista catalán, porque cuando vio a Sivera en la salida, levantó el esférico con suavidad para hacer el segundo. Otra vez el delirio y el Alavés, el Glorioso que aspira a regresar a Primera, en la lona.
Restaban 10 minutos y por si fuera poco, Caro le sacó una manopla durísima a Salva Sevilla en un libre directo ejecutado en el precipicio del área. En el rechace, Churripi volvía a salvar la intentona visitante. El Plantío se caía, entregado.
El colegiado añadió 5 minutos. Y hasta el final, el equipo blanquinegro se vació para deleite de sus aficionados. Aún había tiempo para más. Curro Sánchez haría el tercero en el último suspiro, al reventar contra la red un balón muerto tras otro centro cargado de peligro de Mourad desde el costado.
El Plantío acabó haciendo olés. Al norte del país, en la Cabeza de Castilla, hay un equipo irreductible que no solo no encaja (810 minutos imbatido) sino que además golea. El Burgos es de acero. A ver quién se atreve a tumbarlo.